🇨🇴 Sendero de pioneros/🇺🇸 Pioneer Trail
🇨🇴 El recorrido del dÃa comenzó prácticamente como todos los otros. Desayuno, jugar Tetris con las maletas, diesel, Red Bull, carretera. Atravezamos la pequeña ciudad de Casper, Wyoming, y diez minutos más tarde estábamos avanzando de nuevo por una carretera sin tráfico en la mitad de la nada. SeguÃamos buscando con menos esperanza las placas de Hawaii y de Louisiana, y compitiendo para ver qué equipo encontraba el mayor número de Jeep Wranglers por el camino.
La diferencia fue que ahora el GPS decÃa que la casa quedaba a seis horas y media, entonces tenÃamos una mezcla de emociones que nos distrajo un poco de la carretera por el resto del dÃa. Era el último de 34 dÃas fuera de casa. Sonaba emocionante la idea de llegar y de descansar del viaje, pero no querÃamos que terminara ese tiempo en familia de exploración y aprendizaje. Solo nos quedaba un sitio nuevo por conocer.
El Sitio Histórico Mormón de Carros de Mano queda sobre el sendero Pony Express. Antes del Internet, aviones, FedEx, vÃas pavimentadas, el ferrocarril transcontinental, o el telégrafo, ese camino era la vÃa por la que cientos de mensajeros a caballo llevaban correo y noticias del Atlántico al PacÃfico, cuando sobrevivÃan el viaje por el desierto. También fue la vÃa por la cuál miles de pioneros viajaban en caravanas con sus familias hacia el oeste para asentarse en un sitio que les permitiera vivir en paz de acuerdo a su creencia en Dios, y prosperar trabajando.
Nosotros salimos de la costa este hace dos semanas, durmiendo cada noche en una cama, comiendo lo que quisimos y casi siempre en exceso, viajando cientos de kilómetros cada dÃa sin mayor riesgo que quedarnos dormidos por la monotonÃa de la carretera. No sólo llegamos todos vivos sino que no sufrimos una gripa ni un pinchazo. Y nuestras mayores incomodidades eran bombas de gasolina que no dispensaban diesel, y hoteles con lavadoras sucias.
Es un gran contraste con respecto a una familia de cinco pioneros que pasaron meses llegando al rÃo Missouri en barco y tren para comenzar una caminata de miles de kilómetros vestidos en ropa demasiado acalorada para el verano y demasiado frÃa para el invierno cargando sus cobijas y sus escrituras. Prácticamente ninguna familia llegó sin que alguno de sus miembros falleciera por el camino, algunos de hambre. No importaban las incomodidades porque no habÃa tiempo ni energÃa para quejarse de ellas.
El resto del camino estuvimos hablando de lo bendecidos que somos de haber podido completar este viaje. Cada uno habló acerca de las cosas que más y que menos le habÃan gustado conocer. Hablamos de cómo los planes nos habÃan ayudado a tener un buen viaje y de qué cosas podemos hacer mejor la próxima vez.
Entramos a Utah casi de noche y a una hora y media de la casa. Ahà nos dimos cuenta que vivimos en un estado muy chiquito.
🇺🇸 The day started pretty much like all others. Breakfast, playing Tetris with the bags, diesel, Red Bull, road. We crossed the small city of Casper, Wyoming, and ten minutes later we were moving forward down a road without traffic in the middle of nowhere. We were still on the lookout for the Hawaii and Louisiana license plates but with much less hope, and competing to see which team would find the most Jeep Wranglers along the way.
The difference was that now the GPS said that home was six and a half hours away, so we had a mix of emotions that distracted us a bit from the road for the rest of the day. It was the last of 34 days away from home. The idea of arriving and resting from the trip sounded exciting but we didn’t want this family time of exploration and learning to end. There was just one more new place left to see.
The Mormon Handcart History Site sits along the Pony Express Trail. Before the Internet, airplanes, FedEx, paved roads, the transcontinental railroad, or the telegraph, this trail was the way through which hundreds of riders on horseback delivered mail and news from the Atlantic to the Pacific, when they survived the desert. It was also the way through which thousands of pioneers traveled in caravans with their families towards the west to settle where they could live in peace according to their belief in God, and to prosper working.
We left the East Coast about two weeks ago, sleeping in a bed every night, eating what we wanted and almost always in excess, covering hundreds of miles each day without much risk beyond falling asleep at the wheel due to monotony. Not only did we all make it alive but we didn’t have as much as a flat tire or a cold. And our greatest discomforts were gas stations that didn’t dispense diesel and hotels with dirty washing machines.
It’s a great contrast with respect to a family of five pioneers that spent months reaching the Missouri River by ship and train to start walking thousands of miles dressed in clothes too warm for summer and not warm enough for winter carrying their bedding and their scriptures. Practically no family arrived without one of their members dying along the way, some of starvation. Their discomforts didn’t matter because they had no time or energy to complain about them.
The rest of the way we discussed how blessed we are to have been able to complete this trip. Each one listed their favorite and least favorite sites. We talked about how planning had helped us have a good trip and about which things we could do better next time.
We crossed into Utah just before dusk and with an hour and a half left to go. There we realized that we live in a tiny state.