¿Qué más podemos hacer contra el covid-19, si ya lo estamos haciendo todo?

Querida familia y amigos,

Con ustedes, estamos buscando formas de ser solidarios en combatir el virus de acuerdo con nuestras habilidades y circunstancias. Sabemos que, si bien nuestras propias vidas no están en peligro inmediato, nuestras decisiones tienen un efecto exponencial sobre la salud de todos. También sabemos que cada uno de ustedes está dando lo mejor de sí en solidaridad.

Esta es una situación que nos une en recordar, ante todo, el valor de la vida humana. Hoy les hacemos una invitación de acuerdo con el conocimiento y la fe en Dios, que hemos heredado de nuestros padres y abuelos. Ese Dios nos enseña acerca del valor de nuestro semejante, cuando dice

37 […] Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.

38 Este es el primero y grande mandamiento.

39 Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

— Mateo 22

Cada vez que nuestro Salvador buscó fortaleza para enfrentar algo particularmente difícil acudió al ayuno. Asimismo lo hizo el Pueblo de Israel en varias ocasiones. Entonces, así como ahora, el resultado dependía de buscar la ayuda divina de una forma que suplica al cielo más poderosamente que la sola oración.

El ayuno consiste en dejar a un lado el alimento en señal de humildad. Esto se hace temporalmente y con prudencia para que no afecte negativamente la salud. No es una dieta y no se hace buscando adulación. El tiempo que se ayuna se dedica a Dios comenzando y terminando con una oración sincera. Ese tiempo se emplea en actos que demuestran dedicación a lo que se pide. Si pedimos aliviar al mundo de este virus hacemos lo que humanamente podemos para que esto suceda. Finalmente, el valor de los alimentos que no consumimos se dona a personas necesitadas.

Este sábado, 28 de marzo, después del almuerzo comenzaremos un ayuno y les invitamos a que nos acompañen según su circunstancias lo permitan. Los adultos planeamos concluirlo almorzando el domingo y los niños desayunando el domingo. No les preguntaremos si lo hicieron, porque eso es entre ustedes y Dios, pero nos alegra su participación. Con ustedes habrá millones de personas en todo el mundo ayunando por la misma causa.

Gracias por todo lo que están haciendo por nuestro prójimo. Invoquemos la ayuda divina con humildad para que logre lo que no podemos lograr solos. Confiemos en que recibiremos de un Dios que nos ama lo que Él sabe que necesitamos, aunque nosotros mismos no lo sepamos.

Un abrazo a una distancia responsable,

Familia Rodríguez Congote